Eutanasia: ¿Derecho a morir o abandono del deber de cuidar?
- Guillermo Heisinger
- 10 feb
- 3 Min. de lectura

La eutanasia es un tema que ha generado intensos debates en el ámbito médico, legal y ético. Mientras algunos la consideran un derecho individual que permite a las personas poner fin a su sufrimiento, otros advierten sobre los peligros que implica su legalización, no solo para los más vulnerables, sino para la estructura moral de la sociedad.
El argumento a favor: autonomía y dignidad
Quienes defienden la eutanasia argumentan que cada persona tiene el derecho de decidir sobre su propia vida, especialmente cuando enfrenta un sufrimiento intolerable e irreversible. En países como Bélgica, Países Bajos y España, la eutanasia está regulada y se presenta como una opción médica para pacientes con enfermedades incurables o condiciones que les generan un dolor insoportable.
Los partidarios sostienen que prolongar artificialmente la vida de un enfermo terminal, cuando no hay posibilidades de recuperación y su calidad de vida es inexistente, es una forma de encarnizamiento terapéutico. En este sentido, ven la eutanasia como una expresión de dignidad y respeto a la voluntad individual.
Las razones en contra: un riesgo para los más vulnerables
Sin embargo, la legalización de la eutanasia abre una puerta peligrosa que puede convertir un derecho en una obligación tácita para los enfermos, los ancianos y las personas con discapacidad. La pregunta clave no es solo quién tiene derecho a morir, sino quién decide cuándo una vida deja de ser digna de ser vivida.
En los países donde la eutanasia es legal, han surgido casos preocupantes. En Bélgica, por ejemplo, se han reportado situaciones en las que personas con trastornos psiquiátricos o simplemente con “cansancio de vivir” han accedido a la eutanasia. En los Países Bajos, la “eutanasia involuntaria” ha sido denunciada por médicos que temen que los criterios para aplicarla sean cada vez más laxos.
Además, la presión social y económica puede llevar a que las personas enfermas se sientan una carga para sus familias o para el sistema de salud. Un estudio en Canadá reveló que algunos pacientes optaron por la eutanasia no porque desearan morir, sino porque sentían que el costo de su tratamiento era demasiado alto.
¿Eutanasia o mejor atención paliativa?
Los opositores a la eutanasia insisten en que la verdadera solución no es facilitar la muerte, sino mejorar la calidad de vida hasta el final. La medicina paliativa ha demostrado que es posible aliviar el sufrimiento sin necesidad de acabar con la vida del paciente. Sin embargo, en muchos países, los cuidados paliativos siguen siendo insuficientes y la eutanasia se presenta como una “solución rápida” ante la falta de recursos.
La eutanasia plantea un dilema profundo: ¿realmente estamos respetando la dignidad humana al legalizarla o estamos normalizando la idea de que algunas vidas valen menos que otras? En una sociedad que envejece y enfrenta crecientes desafíos en su sistema de salud, la respuesta a esta pregunta puede marcar la diferencia entre una cultura que protege a sus miembros más vulnerables o una que los deja a su suerte.
Conclusión
Más allá del debate sobre derechos individuales, la eutanasia toca el núcleo de nuestra ética como sociedad. En lugar de acelerar la muerte, deberíamos enfocarnos en garantizar que nadie tenga que elegir morir porque no encuentra el apoyo, la compañía o el tratamiento adecuado. La dignidad no está en la muerte, sino en el cuidado y el respeto hasta el último instante de la vida.
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